Cuento de: Nicole Mateo
Escrito en fecha: 25/10/2021
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Tercera semana del mes. No ha caído ni una gota de aliento y la carretera está toda ajena, toda serena, toda triste, tan triste como las montañas, cuyo lecho de muerte está a la vuelta, a la vuelta, en la esquina…
En la esquina de don Juan, de doña Meche, de don Lerán, de Alquitrinia y de todos los del Batey Sin Fines, que de “Sin” no tiene nada y los Fines son cien (tal vez) o trescientos mil cien, mil millones billones cheles. He perdido la cuenta (apocalíptica). El día quema…
No hay nada para comer. El potro se retuerce de la clavada que le metieron la noche de ayer. Don Lerán mira hacia piso-cielo, cielo-piso, como quien busca la bombilla perdida. Le llegó, le llegó la gran idea…
— Ese potro ya no aguanta ma’. Uno no quiere, pero vamo’ a tene’ que cocínalo. –Dijo don Lerán.
— ¿Papá, pero cómo uste’ dice una vaina así?, vamo’ pal río, que deben de haber uno bueno peje pa’ freí’. – Respondió su hija, Carmen.
— Carmen, mija. Eta mañana yo bajé pal río, pero ya no hay pecao. Lo turita se lo llevaron to’. Yo no quiero, pero, vamo’ a tene’ que comeno al potro o ¿que tú propone’?
— Papá, pero todavía hay plátano en la tierrita de allá arriba.
— Aja, ¿ pero no lo vamo’ a comel vacío?
— No, papá…
— Pue’, muévete y trae el machete y el hilo nylon.
Cuando la obediente hija iba en camino a ejecutar la orden, la distrajo una luz que salía desde el centro de la montaña. La atacó el miedo, pues tras cada paso al frente se escuchaba una voz:
— Ven, veeeeen, veeeeeen, veeeeeeen, el día es hoy, veeeenn, veeeeen, el día es hoy (suena una güira). ♫♫♫♫♫♫♫♫♪♪♪♪♪♪♪
Cuando le dijo a su papá:
— ¿Papá, ut eta oyendo eso?
— ¿El qué mija, de que tú ta’ hablando?
— Esa vo’ que sale de la montaña y ta’ sonando una vaina, como una música, ¿ute no lo oye?
— ¿Tú te ta’ volviendo loca, muchacha?, deja de ta’ hablando diparate y buca el machete (como yo te dije o te va queda sin comel).
Cabizbaja y un poco desconcertada por ser la única en escuchar el sonido, le pasó el machete y el hilo a su papá.
— Tenga, papá.
— Durate demasiado, Carmen. Horita el potro se echa a pelde por tú ta de lenta.
— Peldoneme, papá, no vuelve a pasal.
— Claro que no va volve’ a pasal. Al meno que tú te quiera queda sin pito y sin flauta.
— Don Lerán abrió al potro. Lo dividió en varias secciones, asegurándose de que quedaran los pedazos que más cogieran gustico. Envolvió la carne con hojas de plátano y luego lo echó en leña.
— ¿¡Tú ta oliendo eso!?, así e’ que huele un animal bien sazonao’. Eso no lleva mucha cosa y mira lo bueno que sabe. Ven, mija, ya no te va molde, ven pegate y huélelo bien.
— Se acercó la hija a oler al animal.
— ¡Papá, pero quien veía a ese potro no se imaginaba lo bueno que iba a oler!
— Ya lo sabe, mija y tú verá lo bueno que sabe.
Cayó el ocaso. El padre y la hija se sentaron sobre el tronco que yacía junto a la casa. Se lo comieron todo de una sola sentá’…
— Gracia, papá. Me gutó, ¡taba muy bueno!, aunque me dio pena comémelo, yo lo quería mucho…
— No te preocupe, que depué vendrá otro.
— Ta’ bien.
Don Lerán se puso a fregar en la parte de atrás de la casa, con el agua que cargó desde la mañana, luego de haber ido a buscarla al río.
Carmen salió silenciosamente y miraba fijamente hacia el lugar del que salía la luz…
— Ven, veeeeen, veeeeeen, veeeeeeen, el día es hoy, veeeenn, veeeeen, el día es hoy (suena una güira). ♫♫♫♫♫♫♫♫♪♪♪♪♪♪♪
— Veeeen, veeen, toma un chin, toma un chon, toma un chin de la agüita del don. Ven, ven, toma un chin, ven, ven, toma un chon de la agüita del don. ♫♫♫♫♫♫♫♫♪♪♪♪♪♪♪
Su padre la sacó del ensueño.
— ¿Carmen, mija, qué lo qué tú mira porai?, camina pa’ tu casa.
Ya voy, papá. — dijo Carmen.
Veeeen, veeen, toma un chin, toma un chon, toma un chin de la agüita del don. Ven, ven, toma un chin, ven, ven, toma un chon de la agüita del don. ♫♫♫♫♫♫♫♫♪♪♪♪♪♪♪
Excelente cuento. Me encanto.!
Gracias por leerlo. Me alegra que le haya gustado. Abrazos.
Me encanta ese cuento! Muy bueno.